Juan Marchena: “Canarias fue la base avanzada para la expansión atlántica, sin la cual hubiese sido imposible”

Publicado en: XXIVColoquio
  • El catedrático de la Universidad Pablo de Olivade de Sevilla y coordinador de la Red Mundial de Universidades Magallánicas (RUMA) de cinco continentes, imparte el día 1 de diciembre su conferencia ‘El proyecto imperial de Carlos V y las especierías. Las rutas del comercio y las nuevas investigaciones’ en el Coloquio de Historia Canario-Americana

El catedrático de la Universidad Pablo de Olivade de Sevilla, Juan Marchena, imparte el día 1 de diciembre (13:30 horas-Aula 2) la conferencia general en el Coloquio de Historia Canario-Americana para explicar el proyecto imperial de Carlos V y la expansión atlántica en los siglos XV y XVI, en la cual Canarias fue fundamental, ya que sin las Islas hubiese sido imposible porque fueron la base de la comunicación, tanto para la ruta de Fernando de Magallanes, como para todos los viajes que se emprendieron después.

“En esta expansión, las rutas marítimas son las autopistas de comercio e intercambio, y Canarias está en el centro de la autopista. Las Islas fueron básicas para los castellanos y no para los portugueses porque iban por otros puntos de la costa africana”, detalló. Los castellanos tenían vedada la costa africana, por el tratado de Tordesillas, por lo que su ruta atlántica tenía que partir desde Sevilla o Sanlúcar directamente al Atlántico, algo muy difícil de conseguir si no es gracias a Canarias, explica.

“En el momento en el que la ruta atlántica se tiene que transformar en una autopista, en tres años ya estaba Canarias conquistada. Y ahí se ve el extraordinario interés que tenían las Islas, no solo por la posición estratégica, sino por establecer las grandes bases de la expansión atlántica desde Canarias, porque los alisios pasaban por ahí y porque se necesitaba hacer aguada y conseguir madera y comida”, añade.

Por eso, después de un siglo de ‘tonteo’ con las islas, en los que ni Francia ni Inglaterra tenían capacidad atlántica para conquistarlas, la Corona no solo realizó la conquista, sino que comenzó la fundación de las ciudades, porque tomar posesión significa poblar, fundar enclaves y establecer cultivos, no pensando en el rédito inmediato, sino en el poblamiento de Canarias como posterior plataforma de dominio, fundamental para cualquier expansión, explica Marchena.

Además del papel clave que jugó Canarias, el trabajo del historiador, bajo el título ‘El proyecto imperial de Carlos V y las especierías. Las rutas del comercio y las nuevas investigaciones’, ahondará en las razones por las cuales se transita de la mediovalidad a la modernidad y la aparición de un mundo moderno gracias a las navegaciones oceánicas, con el conocimiento primero del Atlántico y después del Pacífico.

Juan Marchena, en su participación en los anteriores Coloquios

Entre 1490 y 1520, en apenas 30 años, “el mundo cambió completamente, más que lo que ha cambiado nunca, ni siquiera en nuestros días”, apunta. “Y es que en 1492 apareció un mundo nuevo gigantesco con América, pero 20 años después se estaba navegando el Pacífico, descubriendo no solo que el mundo era una esfera, que ya se sabía, sino que estábamos ante un planeta Océano y que navegando se podía llegar a cualquier lugar del mundo”, especifica el historiador que coordina la Red Mundial de Universidades Magallánicas (RUMA), asociación académica que reúne a 24 universidades de cada uno de los puntos de la ruta de Magallanes Elcano a través de cinco continentes.

Todo ello fue originado porque la toma de Constantinopla por el gran sultán otomano Mehmed II, setenta años antes del viaje de Magallanes, provocó la ruptura de la ruta del Oriente conocida como ‘ruta de la seda’, que se mantenía activa al menos desde la época de Marco Polo. Esto obligó al comercio de Occidente a buscar un nuevo itinerario para llegar hasta la India, a la China y las islas de las especies por mar. Venecia que tuvo tanta importancia, decae. “La ‘ruta de la seda’ se rompe y todo el mediterráneo entra en crisis porque ya no llegan productos y el Atlántico florece extraordinariamente para intereses comerciales”, subraya Marchena.

Los empresarios mercantiles del suroeste europeo, fundamentalmente de los puertos de Lisboa y Sevilla, asociados con hombres de negocio de las plazas comerciales italianas de Génova, Florencia o Venecia, se hallaron así en la mejor disposición para abrir esta nueva ruta, pasando por Canarias, contorneando África, primero, y luego América del Sur, para llegar al Oriente. “Se aunaron así las más avanzadas técnicas de navegación que entonces se conocían, las cartas náuticas más precisas, nuevos instrumentos muy perfeccionados para calcular la posición, nuevos tipos de buques como la carabela y las grandes naos, con una generación de marinos muy bien formados en la tradición iniciada por las escuelas de navegación de Castilla y Portugal, y por la experiencia de los marinos de los puertos del cantábrico, del litoral andaluz y del atlántico desde Fisterra a Sagres”, agrega Marchena.

Este proyecto transformó el planeta, ya que, al poder llegar por mar, el mundo conocido se multiplicó por tres. “Si observamos la distancia entre Europa y China, es solo un tercio del total del planeta, y en esos 20 años se acabaron conociendo dos tercios”, explicó. “Y se descubrió además que el planeta no era una tierra rodeada de agua, sino que era un océano en el que habían islotes, que son los continentes, por lo que se pone sobre la mesa que el nombre de Tierra estaba muy mal puesto, el planeta debería haberse llamado Oceáno”, especifica.

Y en ese momento, quienes fuesen capaces de navegar y orientarse en cualquier lugar, eran los que dominarían el mundo y ahí se produjo la primera globalización. Se trata de una globalización asimétrica, entre los que podían navegar y llegar a cualquier lugar y colonizar o conquistar, y los que no podían hacerlo. Por tanto, las coronas de Castilla y de Portugal, que sí pudieron, obtuvieron recursos gracias a esa expansión y consiguieron transformarse en monarquías muy fuertes en Europa, con guerras financiadas por los nuevos recursos.

“Es interesante ver cómo los fenómenos que hoy entendemos como la modernidad está vinculada a esa expansión por los océanos, a ese poder llegar a territorios muy lejanos a conseguir su riqueza, por la buenas, es decir comerciando, o por las malas, conquistando. Y se hicieron las dos a la vez”, concluye Marchena.